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Conservación

¿Es Usted un Actor de la Deforestación en el Perú?

¿Toma decisiones en el Congreso de la República? ¿Es dueño de una empresa extractora de madera? ¿O de oro? ¿O simplemente come un pollo a la brasa con un exquisito sabor a carbón de algarrobo?

Preparado por: Ing. Javier Domínguez Faura, MF

El proceso de pérdida de áreas boscosas en el Perú incluye a un sinnúmero de personas, entre ellas ricos y pobres, analfabetos y educados, políticos e independientes, y al consumidor en general. La deforestación en el Perú alcanza cifras mayores a las 300,000 ha al año y con seguridad cada lector de estas páginas puede considerarse como responsable de la pérdida de bosques en unos 100 metros cuadrados. ¿Por qué? Porque de una u otra manera pertenecemos a alguno de los grupos que directa o indirectamente causan el problema. Si usted descubre a qué grupo pertenece, puede entender mejor cómo ayudar a la disminución de la deforestación en el Perú e incluso a la recuperación de nuestros bosques.

Aunque parezca mentira el grupo que causa mayor deforestación en la selva Amazónica no es el de extractores de madera, sino el de agricultores migratorios, seguidos muy de cerca por los cultivadores de coca, y por los criadores de ganado. En la Amazonia sólo menos de 6 % es tierra apta para agricultura, y sin embargo se intenta promover a ésta como un área llena de posibilidades y riquezas para la ampliación de la frontera agrícola. El campesino pobre tumba bosque para abrir su chacra y producir para su subsistencia y para conseguir algo de dinero. Pero la yuca y el plátano que siembra no han de rendir en esa chacra por más de tres a cuatro años. Luego de eso, el suelo no produce más y el agricultor tiene que abrir otra chacra en perjuicio del bosque, que es sólo visto como estorbo al “desarrollo”. Ante la falta de alternativas reales para el agricultor, que debe alimentar a su familia, la deforestación se consuma. Total, hay harto bosque. Con ese trabajo de hormiga, año a año, perdemos cientos de miles de metros cúbicos de madera, cientos de animales, y miles de plantas medicinales que, entre otros recursos, podemos encontrar en el bosque. Mientras éste quede.

Los que cultivan coca reemplazan zonas que antes eran bosque natural por cocales. Si bien el cultivo de la coca es tradicional para muchas áreas de selva alta, la demanda ilegal de la hoja para la producción de cocaína aumenta notablemente el área cultivada, y con ello el área de bosque tumbado, amén de los efectos de erosión que el cultivo de esta planta trae consigo.

Los ganaderos en selva necesitan al menos una hectárea de suelo por cada cabeza de ganado, esto es una hectárea menos de bosque por cada vaca que una vez vendida generalmente no paga sus costos reales. ¿No sería mejor sacar carne de animales silvestres sabiendo que en una hectárea de bosque hay más carne que el equivalente de una vaca? El manejo sostenible y/o la crianza de esta fauna silvestre podría alimentar a los mismos peruanos sin necesidad de destruir el bosque y la riqueza de vida que encierra.

También los mineros que extraen oro de la selva de Madre de Dios son responsables de la deforestación de los bosques a la orilla de los ríos, principalmente el Colorado, Malinowsky y el Madre de Dios. Para extraer unos cuantos gramos de oro, estos mineros tumban el bosque de la orilla con buldozers y remueven el suelo hasta una profundidad que puede llegar a varias decenas de centímetros. Lo que queda es un área desmontada con el suelo completamente de cabeza y con poco chance a una regeneración rápida de la vegetación.

Los extractores de madera también tienen su parte en el problema. Pequeños y grandes madereros realizan una extracción selectiva de árboles. Ellos sacan aquellos con mayor valor comercial, como la caoba, cedro, ishpingo, cumala, moena, y otros más. Casi ninguno de ellos, ni grande ni pequeño, maneja el bosque de manera racional, sino que explota sus recursos antes que venga otro y se le adelante. Pero el problema mayor viene detrás de ellos, cuando las trochas que abrieron para sacar las trozas de madera son usadas por los pobres campesinos, hambrientos de un poco de tierra para poder sembrar sus cultivos. Ellos invaden, tumban y rozan, siembran y consiguen los títulos sobre la tierra que los forestales no pueden conseguir. Sí, un extractor forestal sólo puede conseguir una concesión a veinte años (o tal vez un poco más) para la extracción de madera, mientras un campesino puede conseguir un título de propiedad sobre la tierra que antes fue bosque y que ahora cosecha.

Desde esta perspectiva, vale la pena tumbar bosque: el aliciente es el título de propiedad. Bueno, ya tenemos otro actor en el problema. Los que toman las decisiones en el gobierno, sobre todo los más conservadores, mueren de miedo en entregar en propiedad los bosque de libre disponibilidad para la extracción y manejo forestal. Esta actitud de mantener el estado actual de las cosas alimenta la deforestación de una forma indirecta pero real, muy real.

Así como el gobierno (nacional, regional o local) es un actor indirecto causante de deforestación por sus políticas implícitas de incentivo a deshacerse del bosque, también lo es cuando desarrolla programas viales en territorios que no han sido previamente ordenados para su uso racional. Ejemplo de esto lo tenemos en la carretera marginal y otras de penetración, y en lo que se viene con la construcción de la carretera bioceánica entre el Brasil y Perú. Lo que debe entenderse es que la carretera es buena, porque permite integración espacial, disminución en costos de transporte, un más fácil acceso a salud y educación, pero que tiene efectos desastrosos en la conservación de nuestros bosques cuando no está integrada al ordenamiento de usos de tierras desde un punto de vista técnico (aptitud de suelos), legal (propiedad de la tierra) y de equidad (igual oportunidad de acceso a los recursos). La historia lo dice, la apertura de carreteras ha traído consigo principalmente la deforestación de los bosques que atraviesa.

Los grupos económicos y de poder también destruyen los bosques. Empresarios ligados al gobierno de Alan Garca usaron las facilidades del cambio de dólar oficial (MUC) para negocios ganaderos en selva que generaron, aparte de una suculenta ganancia monetaria para ellos, una cantidad grande de hectáreas de bosque deforestado en Madre de Dios.

En la misma ciudad, y tal vez sin saberlo, los consumidores alentamos la deforestación de los bosques del noroeste peruano cuando compramos pollo a la brasa hecho con carbón de algarrobo traído del norte. ¿Se imaginan cuántos árboles se necesita cortar para cocinar los pollos a la brasa que consume Lima en un año? También la compra de parquet de especies de los bosques del noroeste que están en veda es otra forma de contribuir con la deforestación.

Como vemos, el hecho de comer pollo a la brasa hecho con carbón de especies en veda, la compra de parquet de guayacán y otras especies también en veda, el consumo de cocaína, la compra de madera proveniente de bosques que no son manejados, y el apoyo a las políticas de expansión de la frontera agrícola que no tiene como base una ordenación territorial por el uso mayor de las tierras son acciones que indirecta, pero efectivamente, producen la pérdida de nuestros bosques.

En esta exposición puede haberse omitido pequeños actores, casos especiales, y circunstancias no tan comunes que sí intervienen en la deforestación en el Perú. Y es que el problema es complejo y sus actores interrelacionan de varias formas entre ellos.

Si estamos en algún eslabón de la cadena de procesos que producen deforestación debemos empezar a ser conscientes de ello y de cómo detener nuestra participación. La deforestación no se detendrá esperando la inversión extranjera, los adelantos científicos, o la desaparición de la pobreza en el Perú. No tenemos tiempo para esperar: son más de 300,000 ha de bosque perdido cada año.

Detendremos la deforestación cuando cada uno de nosotros haga un pequeño esfuerzo. Preguntar de dónde viene el carbón de la parrilla antes de consumir un pollo a la brasa es un ejemplo.

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