Publicado en Quehacer: Revista Bimestral del Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo – DESCO, Lima, 1995, 95 72-75
Por: Javier Domínguez Faura
Los piromaniacos están ahí, quemando pastos, árboles de castaña, quemando puentes, los pocos puentes que sirven para andar en esa carretera. De día son las fumarolas, el humo que no deja ver bien el sol sino hasta media mañana, y de noche son las antorchas, los arbustos ardiendo aquí y allá, todo tan cerca de la carretera. ¿Cómo será bosque adentro? ¿Habrá bosque adentro?
Cada año los piromaniacos, como los llaman los camioneros que van de Puerto Maldonado a Iberia, queman miles de hectáreas de bosques y pastos para agricultura y crianza de ganado en Madre de Dios, y más de 300,000 hectáreas en todo el país. Ellos queman la vegetación porque los suelos pobres en nutrientes se enriquecen con los minerales que las cenizas de árboles y arbustos contienen, y porque así, mal que bien, obtienen cosechas por tres o cuatro años. Bueno, ya sabemos que ese modelo de producción no funciona en el largo plazo, que no es sostenible, que se pierden los bosques, sus recursos, y el conocimiento que los nativos del área tienen de esas plantas y hierbas mágicas. Quemando y quemando, los piromaniacos están logrando destruir sin proponérselo sus posibilidades de desarrollo, esos cientos de especies de árboles a los que el mercado no pone un valor que llame la atención del oportunista, esas miles de plantas medicinales, esos cientos de animales silvestres que pueden dar tantas o más proteínas que las vacas sin degradar los suelos o los bosques.
En eso que antes era bosque los nativos del área usaban los recursos con más inteligencia que la sociedad que los ha desplazado. Ellos se basaban en el conocimiento del bosque, no en reglas de mercado. Ellos básicamente se mantenían a una densidad de población baja: tanta gente como la que los recursos y las técnicas para aprovecharlos racionalmente permitían. Madre de Dios es el departamento de menor densidad de población humana del Perú a pesar de haber crecido más rápido que el resto del país: su gente se ha duplicado en los diez últimos años logrando el récord de crecimiento en el último censo nacional.
Pero esa gente no tiene las mismas oportunidades de acceso a recursos y a bienestar que tenía hace diez años, porque mientras el recurso de los bosques disminuye por el uso que recibe, las técnicas usadas para aprovechar suelos, maderas, animales de caza, aves y peces no se adaptan para ser sostenibles en el tiempo: sólo agotan los recursos.
Aún así quedan recursos en Madre de Dios. Quizá el recurso más importante que tenga esta región es su diversidad de vida: Capital de la Diversidad Biológica del Mundo y Patrimonio Ecológico de la Humanidad. Y es que Madre de Dios no sólo tiene los récords de diversidad de especies de aves, mariposas y libélulas, sino que tiene las poblaciones protegidas más importantes en toda la amazonía de especies amenazadas y en peligro de extinción, como los guacamayos, lobos de ríos, jaguares y águilas arpías. Aquellas especies que son difíciles de observar en otros lugares de sudamérica tienen mucho más probabilidad de ser vistas en la Reserva de Biosfera del Manu y en la Zona Reservada de Tambopata-Candamo.
Esta diversidad de vida está relativamente resguardada por las áreas naturales protegidas de la región. Sin embargo, las especies de animales y plantas resguardadas ahí no generan beneficios económicos sino hasta que se usan. Al menos eso es lo que piensa un sector fuerte de empresarios y políticos de la región, esos que sólo ven el corto plazo. Dentro y fuera de las áreas naturales protegidas es siempre mejor dejar los árboles en los bosques de protección para evitar las pérdidas y gastos que vienen después de inundaciones y la erosión del suelo. Fuera de las áreas protegidas es siempre mejor usar el bosque en la actividad forestal ahí donde no se puede sostener ganadería o agricultura en el largo plazo.
De otro modo no sólo se logra una disminución de la diversidad de vida, sino también la reducción en la producción de especies de flora, como la castaña, u otros productos del bosque que requieren de polinizadores y de una estrecha relación con esos habitantes de la selva que aparentemente no tienen importancia y que ya no están cuando se quema el bosque: abejas, hormigas, hongos, sapos y escarabajos. ¡Algún valor económico tienen esos animalejos después de todo! Pero no muchos reconocen que la erosión se detiene conservando la vegetación adecuada sobre los suelos y manteniendo los procesos ecológicos que permiten la productividad primaria del bosque. Es que eso es sólo para ecologistas … mientras no se ven las consecuencias de no conservar.
Los verdaderos conservacionistas se dan cuenta que los recursos naturales deben ser usados porque la sociedad nacional, y en especial los pobladores locales los necesitan para dar sustento económico al país y a sus hogares. Pero para poder usar los recursos naturales de los bosques de Madre de Dios sosteniblemente, con sabiduría, debemos descifrar muchos de sus misterios, y esto sólo se consigue invirtiendo en investigación. La investigación en las áreas naturales protegidas de Madre de Dios tiene una larga historia de más de veinte años. Los investigadores peruanos y extranjeros están tratando de entender la complejidad del bosque, su estructura, y las posibilidades de uso de sus recursos. Existe un proyecto, ya en marcha, para el desarrollo del mapa de vegetación de Madre de Dios, que puede ser ampliado para toda la selva baja peruana. Este mapa mostraría la ubicación de los distintos tipos de bosque y la descripción de las especies de árboles y las comunidades animales presentes en cada localidad, volviéndose en un instrumento indispensable para la ordenación territorial de la selva según las posibilidades de uso de cada tipo de bosque.
En Madre de Dios la investigación científica, y con ella los científicos, está muy ligada al ecoturismo y esta relación permite ofrecer un servicio muy profesional de interpretación de lo que el visitante observa. El turismo de naturaleza en el departamento tiene un potencial económico inmenso, especialmente con el clima de pacificación que estamos viviendo. Lo que falta es integrar un poco más a la población local en el “negocio” del ecoturismo. Esto permitiría que los colonos del área se den cuenta que un lobo grande de río vale mucho más vivo para ser fotografiado por los turistas, que los veinte soles que les pagarían en la Plaza de Armas de Cusco por la piel del animal. Indudablemente yo (colono del área) pensaría que este argumento es válido si es que el hecho de que los turistas tomen fotos a estos animales me reporta un beneficio económico para dar de comer a mis hijos y para tomarme una caja de Cusqueñas frías a las orillas del Alto Madre de Dios.
Si los colonos y las comunidades nativas no obtienen beneficios de una forma más directa de las actividades económicas de importancia de la zona ellos recurrirán a las únicas alternativas de corto plazo que se les presenta. Es increíble, pero mucho de lo que hacen los piromaniacos es logrado por los incentivos de las políticas oficiales sobre el uso de recursos. Los mismos colonos saben que hacen daño a la “ecología”, pero no tienen otra alternativa. La percepción que tienen del bosque no es de una fuente de alternativas, sino de un obstáculo para el desarrollo. Hay quienes proponen a la carretera transoceánica, que unirá el Brasil con el Pacífico en el Puerto de Ilo y al Perú con el Atlántico en el puerto de Santos, como una solución para el desarrollo de Madre de Dios. Como bien dice Enrique Amayo, profesor e investigador peruano de la Universidad Nacional Paulista en Brasil, eso sería sólo una carretera de Brasil al Pacífico cruzando por el Perú, un corredor que sirva a los intereses brasileros de tener un puerto en el Pacífico. Con este enfoque no podemos lograr el desarrollo de Madre de Dios, ya que sus bosques son vistos como un lugar de paso para el desarrollo de otras áreas y su gente no es consultada debidamente. La carretera traería cosas buenas: reducción en fletes, integración espacial de Puerto Maldonado a Cusco, Puno y la costa sur peruana, y al estado de Acre en Brasil. Sin embargo los aspectos negativos pesarían más en la balanza: los resultados de la carretera serían probablemente una desordenada y mayor migración, deforestación, agotamiento de recursos, y conflicto social por la superposición de denuncios de usos de tierras (ya que no existe un catastro unificado de uso de tierras). Esto se debe, en mi opinión, a que el Programa de Desarrollo Regional Integral Acre/Madre de Dios (PDRI/AC-MD), que sustenta la conveniencia de la carretera, la proyecta como un fin y no como un medio de desarrollo, y porque tiene datos errados en la ubicación de tierras aptas para agricultura y en las proyecciones de producción de ganadería en la zona.
La carretera no es mala para Madre de Dios si se considera a ésta como un medio para integrar y desarrollar la región y no como un fin en sí mismo, un fin que puede ser validado al incluir, sólo en papel, elementos de desarrollo para el área. Para lograr integrar el proyecto carretera transoceánica al desarrollo sostenible de Madre de Dios debe primero trabajarse en el ordenamiento territorial por usos de la tierra y en dar reglas claras y justas sobre la tenencia de éstas. Madre de Dios tiene un excelente ejemplo de participación local en el ordenamiento y desarrollo de un área: la Zona Reservada de Tambopata-Candamo. Este ejemplo puede extenderse a un área mayor, el departamento, corrigiendo los pequeños problemas de los que se ha aprendido en el proceso de ordenación de la Zona Reservada. Esto sería un primer paso al desarrollo sostenible de Madre de Dios.
Ahora tenemos que ver el papel que el petróleo jugaría en ese desarrollo sostenible. Los trabajos de exploración petrolera que se están llevando a cabo en la zona han despertado mucha expectativa en sus pobladores. La palabra clave para ellos es “trabajo”. Los estudios de exploración y prospección petrolera están aportando a la zona algo de eso, aunque la contratación de trabajadores en las áreas de exploración no ha cubierto las expectativas de los locales. En general el trabajo especializado esta siendo hecho por gente foránea para la zona: Arequipa, Iquitos, y Lima. Lo que sí parece es que se está entrenando a algunos hombres en trabajos que requieren de más destreza y conocimiento. ¿Contratarán las empresas petroleras a estos maldonadenses o a otros trabajadores con más experiencia traídos de otros lares? ¿Qué pasará, si se encuentra petróleo, con la riqueza extraída del subsuelo de Madre de Dios? ¿Quedará algo de ella para el desarrollo sostenible de los hombres, mujeres y niños, colonos o nativos, de Madre de Dios?
Para lograr el desarrollo sostenible de Madre de Dios se debe integrar sus potencialidades, ya sea conocimiento tradicional, biodiversidad, ecoturismo, carretera, petróleo, madera y otros productos del bosque, al desarrollo de sus pobladores, al desarrollo sostenido interno. También es importante reconocer que la selva del Antisuyo no es una colonia interna de la costa o la sierra, ni la despensa de un gobierno central, sino el recurso que puede usarse primero en el desarrollo de sus poblaciones actuales, aquellas que no necesariamente van a las urnas, como muchos grupos étnicos del área, pero que tienen derecho a un desarrollo armónico y justo. El mismo derecho que la cabeza de un grupo económico y de poder asentado en la gran Lima.