Empecé a entrenar aikido en 1993, cuando vivía en New Haven, Connecticut. Durante el primer año de mi maestría mi nivel de inglés no era tan alto y decidí no hacer ninguna actividad extra-curricular. En el segundo año, ya manejando mejor el inglés, decidí unirme a las clases de aikido en el gymnasio de la universidad. Había escuchado algo sobre aikido cuando estaba en Perú, pero no tenía ningún detalle específico de qué es lo que realmente era. Sólo sabía que era un arte marcial y nada más.
Ahora, 17 años después, no podría contestar muy bien a la pregunta de qué es el aikido. “El aikido es un arte marcial japonés,” son mis primeras palabras, “cuyo funadador, Morihei Ueshiba, murió en 1969.” Esto último lo digo siempre para dar a entender que es un arte marcial “nuevo” y no con cientos de años como el kung fu. Una de las cosas que diferencia al aikido de estas otras artes marciales, es que el aikido no es competitivo. No hay encuentros, o luchas, o enfrentamientos para ganar puntos y ver quién es mejor.
Aún así, sin competencia, el aikido es un arte marcial y un budo verdadero. Esto significa que en su práctica uno debe ver el ataque del oponente (el uke) como una situación de vida o muerte. Aún practicando lentamente, “suave”, o no al 100%, la conciencia del que recibe el ataque y realiza la técnica (nague) debe ser la de un soldado en batalla. El corte o el golpe que recibe puede ser el que cause su muerte, y el movimiento para evitarlo, tomar la energía y el equilibrio del uke, e inmovilzarlo sin hacerle daño, debe ser preciso y sincronizado con la energía del atacante.
Suena difícil, no? Lo es. En aikido, el avance al cinturón negro es más bien lento. Uno puede hacer las técnicas más o menos bien después del primer año, pero poder moverse siguiendo los principios del aikido más que reproduciendo una técnica específica cuesta más tiempo, esfuerzo y búsqueda. Y es que el aikido te da lo que buscas. Si buscas técnica, encontrarás la técnica. Si buscas poder resolver un ataque siguiendo los principios del aikido, encontrarás este nivel más avanzado. Si buscas la energía que trasciende la forma de la técnica y el uso de los principios, y que te permite ser uno con el universo, lo encontrarás. Ser uno con el universo. Ese es el nivel más alto. Pero uno sólo puede encontrar lo que busca. Pero todo esto es paso a paso, y cuando uno obtiene el cinturón negro es que se está listo para aprender aikido. La definición de un cinturón negro se parece a la de un graduado reciente: alguien que no sabe nada, pero que está listo para aprender.
Por otro lado, el aikido es un paso más en la evolución de las artes marciales. Al principio, la idea del arte marcial era la de matar al atacante. Más tarde, el arte marcial buscaba la defensa personal hiriendo o inutilizando al oponente. Morihei Ueshiba, el fundador del aikido, tuvo dos epifanías que lo hicieron evolucionar estos paradigmas, haciendo que el aikido (o arte de la paz, como él lo llamaba) permita al practicante defenderse e inmobilizar al oponente uniéndose a su energía y usándola para desequilibrarlo y reducirlo pacíficamente pero con precisión y eficacia.
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Cuando regresé a Perú después de terminar mi maestría, me uní al dojo que me recomendó mi amigo César Morán. El ya había empezado a entrenar ahí años antes. En Lima, el sensei es Miguel Morales-Bermúdez. El sigue a Yamada Sensei que fue estudiante directo de O’Sensei, el fundador del aikido. Yamada Sensei fue uchideshi de O’Sensei por algo más de siete años. Un uchideshi es un discípulo interno que vive en el dojo. En 1964 viajó de Tokyo a Nueva York para enseñar aikido en la Gran Manzana. En Lima, Miguel Morales-Bermudez practicó karate por quince años hasta que descubrió el aikido. Miguel dejó el mundo del karate para entregarse completamente a este nuevo arte marcial en el que ha invertido mucho tiempo y dedicación. Lo más difícil para él fue encontrar al maestro adecuado. Lo hizo cuando conoció a Yamada Sensei en un seminario al que asistió fuera del Perú.
En 1997, mientras tarbajaba en el Programa Machu Picchu, pensé en usar dos semanas de vacaciones para viajar a Nueva York y practicar aikido como un uchideshi. Pero, algún tiempo después, renuncié a mi trabajo y me encontre, casi inesperadamente, con un número indeterminado de semanas de vaciones. Así que conseguí un boleto bastante barato a Nueva York por dos meses, y me fui a entrenar al New York Aikikai de Yamada Sensei en febrero de 1998. El viaje fue largo: mi avión paró en Quito, Bogotá y luego Caracas, donde cambié de avión para Nueva York. Mi estadía en el dojo fue intensa y muy instructiva. Aprendí muchísimo en esos dos meses. Conocí a mi esposa también en esos dos meses. Eventualmente me mudé a Nueva York en septiembre de 1998 para vivir con ella y desde entonces soy estudiante directo de Yamada Sensei.
Como tengo dos pies izquierdos, me ha tomado mucho tiempo avanzar en los grados de aikido. En el 2005 pasé mi examen de shodan y quedé listo para empezar a aprender aikido. En el 2007 tomé mi examen de segundo grado de cinturón negro. Sugano Sensei (otro uchideshi de O’Sensei que enseñaba en New York y murió en agosto del año pasado) ofició el examen y lo hizo durar aproximadamente 15 minutos (con Yamada Sensei usualmente los exámenes duran 3 a 4 minutos). Este próximo fin de semana tomo mi examen de sandan …Este es un enlace a mi examen de Sandan:
1 comment on “Zen en Movimiento”
Empezar siempre es la mejor motivación q siento, te agradezco por este articulo que motiva entrar en esta experiencia q espero q como el karate me haga entrar en una investigación personal y usando tu termino me ayude a ser uno con el universe …. excelente tu articulo JAVIER!!!!