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Conservación Economía

Bosques Manejados y Rentabilidad Económica

(Publicado en El Diario El Mundo, Septiembre 1995)

Si conseguimos una ley forestal con el apoyo político del gobierno para este sector, los bosques manejados de nuestro país podrían cotizarse en el mercado de valores local. ¿Invertiría Usted?

Texto y fotos Javier Domínguez Faura

El edificio vino con un bosque bajo el brazo. Bajo el brazo y para el techo. Un benefactor de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos de Norteamérica, donó una casa para el uso de una de las escuelas de la prestigiosa Universidad. Pero el hombre tenía una visión lejana en el tiempo, y con el edificio, donó un joven bosque de robles. El pensó que el techo de la casa, cuyas vigas y puntales estaban confeccionadas de fino roble negro, necesitarían reparación en unos cien años. No se equivocó en prever las necesidades de su donación. Trescientos años después, varios robles de ese bosque serán cosechados para cambiar la estructura completa del techo.

Hay ciertas cosas que requieren largo, largo plazo. No es lo mismo invertir en la producción de espárragos, que puede rendir dos cosechas al año, que en el crecimiento de un bosque tropical, en el que los turnos de corta para el cedro o la caoba pueden ser de 50 a 80 años. El tiempo que le toma a los árboles para crecer al tamaño que lo requiere la industria es la característica fundamental para su manejo. Según el ritmo de crecimiento del árbol y la tasa de interés imperante en el mercado se puede calcular el momento adecuado para extraer la madera y maximizar los beneficios (eso lo describió Faustman en Alemania, hace más de un siglo).

En el Perú, los extractores de madera aun hoy no calculan tazas de crecimiento ni turnos de corta. Ellos cosechan lo que esté cerca a ríos y carreteras y que tenga precio suficiente en el mercado para pagar los elevados costos de extracción. Esto significa sacar del bosque cedro, caoba, tornillo, ishpingo y sólo una veintena más de otras maderas. El resto, unas 2 mil 450 especies, se queda en el bosque porque su precio en Pucallpa, Iquitos o Puerto Maldonado no paga el esfuerzo de tumbar el árbol, llevarlo a una carretera, quebrada o río y luego conducirlo a un aserradero.

A pesar de lo que pasa en los bosques tropicales, la actividad forestal es el negocio de grandes empresas inversionistas y administradoras de fondos de pensiones de países como Estados Unidos de Norteamérica y Chile. Claro que sus bosques son más homogéneos y la infraestructura de caminos y comunicaciones es mucho mejor, pero ese no es el causante de que el negocio aquí no sea tan jugoso.

Según Fernando Razetto, presidente de la Cámara Nacional Forestal (CNF), el principal problema es que el sector forestal está relegado de la política nacional. Cuando se habla del sector agrario “nunca mencionan la palabra forestal “, sólo cuando se habla de conservación y medio ambiente. Y el recurso forestal implica no sólo mantener las bellezas paisajísticas y la biodiversidad, sino también la producción de bienes y servicios, de los cuales el que tiene mayor valor comercial es la madera.

Troncos listos para el aserradero.
Troncos listos para el aserradero.

En eso piensa no sólo el gremio de industriales forestales, sino también el Decano de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional Agraria La Molina, el ingeniero Manuel Ríos, quien tiene una formación eminentemente conservacionista. Y es que la conservación de los recursos, como él sostiene, no tiene que alejarse de la producción forestal, ni viceversa. Ambas deben buscarse una a la otra y la clave para esto es el manejo forestal. Un adecuado manejo de bosques permite no sólo que una industria forestal sea un verdadero negocio, sino que ésta sea también sostenible, es decir, que obtenga cosechas a largo plazo sin causar daños en el ecosistema.

Pero hasta hoy, el sector industrial forestal no maneja bosques en el Perú. ¿Por qué? No tanto por sus costos, sino por los incentivos que el industrial no recibe para hacerlo. Uno de estos incentivos es el de la propiedad del recurso. Actualmente el extractor de madera puede acceder a una concesión de bosques nacionales por unos 10 a 20 años renovables. Si este industrial realiza plantaciones, maneja la regeneración natural o hace enriquecimiento del bosque, los árboles que pueda producir así no son suyos, son del Estado, y a él tendrá que pagar los derechos de extracción por esa madera en pie.

Este panorama no es llamativo para los inversionistas de hoy. La estabilidad que brinde el Estado en cuanto a la tenencia del recurso es muy importante. Si este primer paso se da, la industria forestal, específicamente la de transformación primaria de la madera podría lograr un incremento de 4% en el PBI, según lo proyectado por la Cámara Nacional Forestal (CNF).

Trozas de madera para laminado.
Trozas de madera para laminado.

Los cálculos se basan en el destino que la materia prima de las 11 millones 600 mil hectáreas de bosques de producción permanente propuestos por la CNF tendrían en el mercado actual, el que considera trozas sin transformación para exportación (10%), madera aserrada (30%), molduras (20%), pisos (10%), tableros (25%) y chapas decorativas (5%). Según estas consideraciones los 11 millones 250 mil metros cúbicos de madera que podría cortarse anualmente significarían más de mil 200 millones de dólares americanos, 70% vendidos en el mercado local y 30% en el mercado internacional. En los últimos veinte años se ha cortado con fines industriales en promedio sólo 1 millón de metros cúbicos.

Los bosques no tendrían que estar bajo la administración pública, sino que la empresa privada, capaz de costear la alta inversión necesaria para la extracción y transformación de la madera, podría manejar los bosques propuestos para explotación permanente, unas 11 millones 600 mil hectáreas en total. Estas empresas se dedicarían a realizar las actividades silviculturales necesarias para enriquecer el valor comercial del bosque, sobre el cual podría emitir títulos valor que cualquier peruano pueda comprar en la bolsa de valores de Lima. El bosque crece, y con él el valor de las acciones.

Trozas de madera para laminado.
Trozas de madera para laminado.

La CNF está calculando, en función a la potencialidad de extracción de madera bajo diversas opciones de gestión, como pueden ser el manejo de la regeneración natural, el enriquecimiento con especies de valor comercial, y la plantación concentrada, tasas anuales de rendimiento financiero de 17.92%, 12.40% y 30.20% respectivamente. Los turnos de corta, base de estos cálculos, están entre 10 años, para las plantaciones con especies de rápido crecimiento, hasta 45 años, para el enriquecimiento de bosques.

Hay silvicultores -forestales que tienen como tarea hacer crecer el volumen de madera de los bosques- que no están completamente de acuerdo con estos períodos de tiempo y piensan en turnos más largos, sobre todo para especies que requieren una “maduración” después de llegar a tamaños comerciales. El típico caso es el cedro, que luego de llegar a más de 80 centímetros de diámetro debe “añejarse” un poco más, porque para muebles y estructuras el mercado exige una calidad especial. La madera no añeja no es buena para ciertos usos.

Esta necesidad de añejamiento de la madera nos hace recordar al vidente donador de casas, allá en el estado de Massachusetts en Norteamérica. La madera fina, aquella que ha de durar por decenas de años requiere de tiempo para crecer, formarse y ponerse a punto. Un buen forestal lo sabe. Un buen inversionista lo debe tener en cuenta. El manejo de bosques para la producción de madera no sólo es un negocio sostenible, al no dañar el ecosistema, sino también un negocio rentable que puede darle más valor al bosque. Y en general, sólo cuidamos lo que valoramos.

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